Fue una mujer que pasó a la historia por ser, en palabras de la periodista y escritora María Teresa Álvarez, la pasión última de Carlos V.
Nació en Alemania en una familia burguesa y, cuando tenía 19 años, conoció en la ciudad de Ratisbona al hombre más poderoso del momento: al emperador Carlos V, también Carlos I, rey de España. El emperador, viudo desde hacía unos años, parece ser que quedó prendado de la joven y, desde ese momento, iniciaron una relación que no fue bien vista ni por el entorno del emperador ni por el entorno de la joven. De esta relación nació un niño, Juan, que fue reconocido por Carlos, y que fue separado de su madre para ser criado como hijo de rey.
Con el tiempo, y viendo que esta relación era imposible y no conducía a ninguna parte, Bárbara, enamorada del emperador, acabó casándose y rehaciendo su vida en Hungría, pero sin olvidar a su gran amor.
Pasados los años, quedó viuda y decidió vivir la vida sin tapujos y sin obligaciones. La nobleza próxima al emperador le comunicó esta nueva situación y se resolvió que su hijo Juan, de niño Jeromín, y ahora de mayor don Juan de Austria, se hiciera cargo de la tutela de su madre. La embarcó rumbo a España y la retiró en un convento de clausura en Valladolid. Desde este momento, Bárbara entristeció y permaneció encerrada hasta la muerte de su hijo, momento que aprovechó para abandonar la clausura y refugiarse en la pequeña localidad cántabra de Ambrosero hasta que le llegó la hora de pasar a ocupar su última morada en el monasterio cántabro de Montehano.
Artículo sobre la novela de María Teresa Álvarez: