Conocida como María de
Molina, señora de Molina, hija del infante Alfonso
de Molina y de su tercera esposa, Mayor
Alfonso de Meneses, fue reina consorte de
Castilla por su matrimonio con Sancho
IV de Castilla.
Contrajo matrimonio en
junio de 1282 en la Catedral de Toledo con su
sobrino el infante Sancho, que posteriormente reinaría en Castilla con el
nombre de Sancho IV de Castilla.
Los comienzos del
matrimonio con el infante Sancho fueron conflictivos, pues el matrimonio no
contaba con la imprescindible dispensa pontificia, debido a un doble motivo, ya
que por un lado existían lazos de consanguinidad en tercer grado entre los
contrayentes, y además existían unos esponsales previos contraídos por el
infante Sancho, aunque nunca fueron consumados, con Guillerma de Montcada. El
matrimonio fue considerado nulo al principio y, por tanto, todos los hijos
nacidos fueron considerados ilegítimos. Por todo ello, se sostuvo que habían
cometido incestas nuptias, excessus
enormitas y publica infamia, y
fueron excomulgados por el Papa. En 1283 nació su hija primogénita en Toro, la infanta Isabel
de Castilla.
En abril de 1284, el infante Sancho y su esposa recibieron en Ávila
la noticia de que había fallecido en la ciudad de Sevilla Alfonso X, y la de
que en su testamento, el difunto rey, desheredaba a su hijo Sancho en favor de
su nieto, Alfonso de la Cerda. Al día siguiente, Sancho IV y María de Molina,
terminados los funerales en memoria de Alfonso X, cambiaron los ropajes de duelo por brillantes paños de oro reales,
y Sancho IV fue proclamado soberano de Castilla, haciendo reconocer como reina
a María de Molina, y a su hija, la infanta Isabel de Castilla, como heredera al
trono. Posteriormente se dirigieron a la ciudad de Toledo donde tendría lugar
la coronación en su catedral. A primeros de mayo entraron en la ciudad y fueron
coronados monarcas de los reinos de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba,
de Murcia, de Jaén y del Algarve.
En la ciudad de Sevilla
permanecían la mayor parte de los leales a Alfonso X, entre ellos el infante Juan
de Castilla, hermano de Sancho IV, a quien Alfonso X había legado en su
testamento los reinos de Badajoz y Sevilla, de los que no llegó a tomar
posesión. Sancho IV se mostraba inquieto ante el apoyo que Juan Núñez I de Lara,
magnate del reino, prestaba a Alfonso de la Cerda, por lo que se propuso
capturarlo, aunque la dificultad estribaba en que el señor de la Casa de Lara se
hallaba respaldado por el rey de Francia, que apoyaba a sus sobrinos.
Por su parte, la reina
deseaba conseguir la dispensa pontificia que legitimase su matrimonio y a sus
futuros hijos, algo que el pontífice Nicolás
IV no le concedió. En 1284 se inició una guerra entre
Francia y Aragón, pero Castilla no se
involucró, ya que se encontraba inmersa en una guerra contra los musulmanes del
sur de la península. En 1285 la situación cambió debido a que en el mismo año
fallecieron Pedro III de Aragón, el papa Martín IV, y el rey Felipe III de
Francia. A finales de este mismo año había nacido en Sevilla el infante
Fernando, que llegaría a reinar en Castilla y León con el nombre de Fernando IV
de Castilla.
Aprovechando la subida al
trono de Francia de Felipe IV, Sancho IV envió a la corte francesa a Gómez
García, su privado, para solicitar al nuevo monarca francés que intercediese
por él ante el nuevo Papa, a fin de conseguir la dispensa que legitimase su
matrimonio con la reina María de Molina. Sin embargo, el propósito de Felipe IV
era que el rey repudiase a María de Molina y que se casara con una hermana
suya.
Sergio (2º F)
No hay comentarios:
Publicar un comentario